lunes, 16 de enero de 2012

sociedad rechaza vejez

La sociedad y su rechazo hacia la vejez

Hemos creado una población envejecida, pero poco sabemos acerca de los efectos que tendrá en las estructuras sociales y la manera en que repercutirá en las personas. El envejecimiento no es un fenómeno común en la naturaleza, sino un producto de la civilización y el desarrollo propio de la especie humana, el ser humano es presa de sus propios éxitos.
Se han establecido normas y sanciones tanto implícitas como explícitas que generan la preocupación  por un comportamiento adecuado para cada edad, según dictados y premisas sociales explícitas y veladas: "¡a tu edad...¡" Conforme el individuo envejece, se toma más consciente de las discriminaciones en razón de la edad y de la forma en que se juzgará su comportamiento.
La sociedad arrebata todo a los viejos: primero la confianza en sí mismo, luego su trabajo, al final su propia identidad. Los ancianos experimientan inseguridad y angustia por el aspecto físico, el mercado de trabajo (en nuestro querido Mexicali los hemos puesto de empacadores en los supermercados), por lo que pueda ocasionar un achaque o una deficiencia, cómo será visto y juzgado por la familia, por los que aún no son viejos o por las autoridades, todo ello en una etapa que puede ser la mitad de la vida. Es tan grande la repercusión social del envejecimiento, que lo que más temen los viejos son la dependencia, la soledad y el dolor; la muerte casi no figura, aunque sin duda es una constante pregunta en su día a día; las conquistas sociales empiezan a verse como pérdidas.
Parece obvio que el meollo de la problemática del envejecimiento no son los ancianos, sino los grupos de edad que determinan el orden social y niegan cualquier capacidad positiva a la vejez. Los jóvenes se comportan como depredadores ante los viejos porque representan al modelo social, pero habrán de andarse con cuidado porque en un futuro no tan lejano, apenas unos 20 años, el grupo de envejecidos será uno de los mayoritarios (hasta 40% o más) y su potencial de desición será muy importante. Los hoy segregados serán los votantes y los que puedan cambiar las condiciones sociales. Tendrán que superarse tanto las imágenes ideáticas de la vejez como las de desprecio y maltrato. La vejez ya no debe percibirse como una pérdida o una carga de efectos negativos, sino como una construcción social en al que confluyen contextos y circunstancias, una serie de decisiones y oportunidades, una nueva visión del proceso y sus consecuencias. La vejez no debe verse como un problema de economía o desarrollo, sino en el marco de la ética y el estilo de vida; habrá que reflexionar acerca de la pobreza, la enfermedad, la discapacidad, el aislamiento, la etnia, el género, la clase social, el desempleo, la migración, en pocas palabras... devolver la sociedad a los viejos y los viejos a la socidad.
Si la sociedad no tiene la capacidad para cambiar profundamente para el año 2040, la cirisis será catastrófica y muchos jóvenes de hoy serán los protagonistas.